TESTIMONIOS Y FAVORES

TESTIMONIOS:

El lema de su vida

En mi día a día, me encomiendo a Sole y a menudo me descubro preguntándome: ¿Qué haría Sole? ¿Qué diría, qué pensaría Sole?” Es una fuente constante de inspiración de cómo quiero vivir en Cristo y ser de Cristo. Para mí su padre la define con mucho acierto, cuando dice que “hizo extraordinariamente bien lo ordinario”.

La conocí muchos años antes de su enfermedad, y si bien es cierto que, fue durante ese período cuando más palpable se hizo su unión con Cristo, puedo decir que  antes de ella, de su enfermedad, Sole ya era íntima amiga del Señor; tenía una confianza con Él, y en Él, que traspasaba…irradiaba una alegría diferente.

Yo aprendí de ella lo que significa ser amiga de Cristo, tener unidad de vida, y llevar ante el Sagrario todas tus cosas, y el Sagrario a todas tus cosas.
La vida de Sole era todo coherencia, todo era armónico, y la melodía de fondo era Él, en todas las facetas de su vida.

Y así, el lema ignaciano “AMDG”, “Ad maiorem Dei gloriam”, se convirtió en su lema de vida.

KM

Te hacía sentirte importante a sus ojos

A Sole no le gustaba llamar la atención jamás, no notabas su presencia, pero sí su ausencia; si no estaba en la reunión había un “hueco” difícil de llenar, sus aportaciones a la reunión siempre eran valiosas y profundas, se notaba desde siempre lo empapada que estaba de Dios, de su rica vida interior.  Su tono pausado desprendía paz y en ese aceleramiento que llevamos todas de nuestra vida al estar junto a ella nos contagiaba su tranquilidad y las ganas de hacer todo AMGD.

Cuando hablabas con ella parecía que disponía de todo el tiempo del mundo para escucharte, en ella no había preguntas retóricas al saludarte con un ¿cómo estás?, te lo preguntaba sinceramente. Era una amiga que te hacía sentirte importante a sus ojos; te acogía con amor y cariño siempre con esa sonrisa angelical en la cara.

AM

De Sole aprendí muchas cosas

Voy a contar mi recuerdo de un día muy importante.
Con 15 años llego a Madrid, ciudad, colegio y compañeras nuevas. Cincuenta ojos mirando a la novata. Me
senté donde pude y, ya en el recreo de las 11.15, una niña menuda y con pecas me ofreció ir al patio con ella y
otras más. Desde entonces muchas cosas importantes, y siempre buenas me sucedieron.
En clase Sole era por supuesto responsable, trabajadora, colaboradora pero muy discreta. Bueno, discreta fue
en todo lo que hizo toda su vida. Levantaba la mano, poquito, y sólo cuando las demás ya habíamos tenido nuestra
oportunidad. Lo pillaba todo al vuelo, mates, latín, química y, lo mismo nos ayudaba con el “dativo y el genitivo”
que con el “nitrato de potasio”.
Sole siempre fue una chica con personalidad, divertida, querida, respetada y sin tontería adolescente.
¡Qué buen oído tenía!, cantaba en el coro, hablaba inglés de forma sobresaliente y me dio mis primeras clases
de francés.
Recuerdo las tardes de verano escuchando música, viaje a Italia con el cole, Cottolengo, Ejercicios Espirituales
con el Padre Valverde y sus fiestas donde conocí a mi marido y amigas a las que adoro.
De Sole aprendí muchas cosas, pero sin grandes palabrerías porque con su ejemplo y vivencia fue suficiente.
Como el buen perfume en frasquito pequeño, en esa Sole de mediana estatura cabían toneladas de extraordinaria
bondad, inteligencia, generosidad y capacidad de sacrificio.

EO

Una vida transformada por Dios hasta entregarse a Él

No se cómo son los santos, parece que no vas a estar con uno cerca de ti. Siempre se piensan como superhombres que pasan por la vida ya perfectos. Pero a medida que me voy dando cuenta de cómo funciona esta vida, no creo que pueda ser posible y confío en que tampoco sea así. Lo que sí creo es que poco a poco hay una dinámica de dejarse seducir por el Amor de Dios para entregarse a Él totalmente. Y esto es lo que he visto que ha sucedido con mi querida Sole.

Yo soy un par de años mas joven que ella. Nunca estuve en su clase pero desde muy pequeña la conocí, porque tanto ella como yo hemos estado desde que tengo uso de razón en la Congregación Mariana Mater Salvatoris.

Sinceramente Sole poseía por naturaleza unas cualidades humanas muy exquisitas. Ha sido una mujer muy educada, fina y extraordinariamente delicada. No he compartido una amistad íntima con ella, como pude tenerla con mi amiga congregante también fallecida Elena Diez, con quien compartí desde el colegio una amistad de confidencias hasta su muerte. Con Sole fue distinto, así que mi testimonio se basa en una distancia dentro de la cercanía de ser congregantes. Hay un un rasgo especial en la Congregación un cariño mutuo y una amistad en el Señor y sobre todo en los primeros comienzos, cuando éramos muy pocas. Sole y yo hemos estado en la congregación desde siempre.

He podido comprobar, y con los años afianzar, mi testimonio en la certeza de que Sole ha ido haciendo su camino en la tierra entregándose a Dios. Así yo me imagino que son los santos y por eso creo que Sole se puede considerar como tal.

Sole fue una chica muy responsable, trabajadora y cumplidora siempre. Cuando terminó su tesis doctoral e hizo su carrera en su Departamento en Filología en la UCM era frecuente que nos comentara en las reuniones como le estaba costando hacerse un hueco, siempre con tranquilidad. Su corazón estaba centrado en ello. Cuando conoció a Paul hubo un cambio en su vida, compatibilizó su vida académica con la apertura que te da compartir la vida con otra persona. Ya estabilizada, con su vida familiar y con la plaza de profesora asegurada, vi a Sole mas decidida a entregarse a Dios. Siempre lo estaba, pero si que una vez que la parte humana estaba encaminada, si pude ver en ella que su compromiso en la Congre era mayor.

Siempre me impresionó de Sole su manera de hablar de la Eucaristía. Para ella constituía su eje principal. Gracias a ella, aprendí su adoración al Sacramento. Aprendí también su sencillez para hablar con el director espiritual que en el momento nos asistía en la Congregación. No le importaba si se cambiaba o no de sacerdote, ella se dejaba guiar con su sencillez que le caracterizaba.

Nunca podré olvidar cuando vino a la reunión y nos contó que le habían diagnosticado cáncer de mama. Recuerdo como nos contó que hacía tiempo se notaba bultos debajo de la axila, y que había ido a su ginecólogo varias veces y que nunca le había dado importancia, diciéndole que eran “golondrinos” (palabras que no había escuchado). Por esta imprudencia médica, de la cual ella sospechaba algo, la detección del cáncer fue más tardía. Aún así, no dijo ningún reproche ni a la vida ni al médico; su educación volvió aparecer. A todas las que estábamos ahí nos desgarró su lloro sencillo, era la primera vez que la veía llorar y su exquisitez en la forma

en la que hablaba del tema fue algo que no puedo dejar de recordar. Yo creo que ya intuía que iba a ser un Calvario.

Nunca he podido estar más cerca de ella que durante el tiempo de la enfermedad. Pude llamarla más, escribirle más por mail y rezar constantemente por ella. Cada vez que venía a las reuniones se la notaba mas cambiada. El proceso de acoger todo y de confiar en Dios era patente. Ya no era la persona que controlaba su vida, o ponía en primer lugar su trabajo o sus aspiraciones académicas. Estaba agradecida y confiada a la Virgen del Mater. Estaba muy centrada en sus hijos y su familia y solo vivía para aceptar cualquier cosa que Dios dispusiera. Hablaba con tanta sencillez de su dolores y sus llagas que ni te dabas cuenta de su dolor. Lo hacía de una manera que sólo una persona llena de Dios puede hacer.

Tanto la entrevista en televisión con Javier Alonso como su testimonio escrito en el Magnificat, era reales y puedo atestiguar que fue así. Poco a poco, Sole se dejó llenar por Dios. Recuerdo con emoción como un día en una reunión nos contó que era tal su cercanía a Jesús que lo podía ver y tocar. Todo esto pasado el tiempo, aunque en aquel momento era desconcertante, ahora veo que es totalmente cierto. Cuando ya se estaba acercando el final, y nuestro grupo de Congre decidimos ir al Colegio Mayor a rezar el rosario por ella (…)

Sole sabía con certeza dónde iba y como Dios iba a cuidar a sus hijos queridos. Por eso puedes entender su serenidad hasta el final. Sole fue una vida transformada por Dios hasta entregarse a Él, como así dispuso. Así entiendo a los santos, como personas corrientes que se dejan penetrar por Dios. Y le sucedió a Soledad Pérez de Ayala

Sole ha hecho un milagro en la Congregación: hacer real el camino de santidad de la Congregación Mariana. Me ha hecho tener la certeza de que siguiendo al Señor en nuestra vocación de congregante uno puede entregarse a Dios y llegar a ser santo.

Mª Ángeles Martín Rodríguez‐Ovelleiro, Congregante Mariana

Fue, y sigue siendo, punto de referencia

Sole y yo nos conocimos con 12 años, cuando entró en el colegio. Nos hicimos amigas casi inmediatamente, de forma natural. Fue mi amiga desde entonces, adaptándonos a las circunstancias de nuestras vidas, sin distanciarnos. Desde los años de adolescencia, con universidades distintas, amigos distintos, trabajos, maridos e hijos, incluso países distintos.

No digo nada nuevo. Era profundamente buena y exquisitamente educada. Las dos cosas estaban muy unidas. Siempre pensaba en el Otro, con mayúsculas, en concreto, pero sin rigideces, sin lecciones moralistas, con una naturalidad pasmosa, como si no le costara. Y por supuesto que le costaba, cualquiera sabe lo que cuesta esa delicadeza, ese autocontrol, ese salir de sí mismo para no ser nunca protagonista, para estar en el lugar del que tienes enfrente.

Fue -y sigue siendo- punto de referencia, porque hablábamos sin pudor de lo divino y de lo humano. Desde mis dudas religiosas, a política, o al chico que nos gustaba y de cosas más triviales y básicas. Se podía hablar con ella de todo.

Porque ella sabía cómo hablarme, podía decirme de todo. Porque me quería, podía decirme de todo. Y si algo no le gustaba, o no estaba de acuerdo, me lo decía con su exquisita educación. Era uno de mis anclajes morales y emocionales.

No quiero entrar en cómo afrontó y vivió su enfermedad. Parte de ese tiempo yo vivía fuera. La otra parte, en la que la visitaba y seguíamos hablando y hablando, ver a Super Sole contar sus miedos o sus arrepentimientos – por supuesto, tontísimos -, la hacían todavía más ejemplar, más fuerte, más humanamente santa.

El 3 de abril de 2017, me operaron de urgencia de un absceso infeccioso en la faringe, el cual me provocó una septicemia y además una infección de las vértebras cervicales C1 Y C2. Estuve dos meses hospitalizada, con un tratamiento posterior que se alargó un año.

La infección se controló, la osteomielitis se curó, y casi no hubo secuelas, gracias a los antibióticos, a los médicos, enfermeras y personal del hospital, y al amor de todos los que me acompañaron. Estoy curada y viva.

Lo que quiero contar es cómo me ayudó Sole, en ese momento de mi vida.

Me desperté de la anestesia cuando me estaban desentubando. Llevaba ya diez días de dolor extremo, ese dolor de hueso en la base del cráneo, de toda la cabeza, de garganta, que me corroía. Me costaba respirar, no podía tragar, y la saliva me ahogaba. No podía hablar. Sentía alivio, porque había pasado la operación, pero también una gran angustia. Había pasado toda la noche inconsciente pero lo oía todo y registraba todo, los enfermos de alrededor y sus familiares, los comentarios de las enfermeras, del médico a cargo. 

¿Y Sole? Pues Sole estaba a mi lado, a la izquierda de mi cama. A veces a los pies de la cama. Vestida igual que cuando teníamos 17 años. Sole intemporal. Me sonreía, sin hablarme. Y yo, le hablaba sin poder hablar. Estaba muy enfadada. Sentía angustia e ira. Le decía a Sole: “no te enteras, Sole. Somos entes biológicos, insignificantes seres biológicos. Llega un estreptococo enano, y te mata. Sufrimiento. ¿Y dónde está Dios, el Providencial, el que nos cuida? Dios el Ausente, Sole, que no te enteras, aquí manda la Biología”.

Y Sole me dejaba insultar, me sonreía, me acompañaba.

“Sole, que mi sufrimiento, como tú decías, me hermana con los demás que sufren en Cristo, pero ¿por qué hay que sufrir, Sole?  Y Sole me seguía sonriendo, me escuchaba, no me regañaba, me quería. Ella seguía sonriendo, recogía mi ira, mi miedo, mi angustia, con cara de “venga, so bruta, desahógate, que no te oiga Dios, que a mí me lo puedes contar, que no te dejo sola”.

En mi “noche oscura” en la UCI, no me dejó sola ni un minuto. Cuando me subieron finalmente a la habitación, ya no la vi más. La tenía presente, pero como siempre desde que murió, en la representación intelectual de mi recuerdo, el que borra las caras.

Sé que estaba hasta arriba de calmantes para el dolor… pero ¿Por qué no me acompañaron mi abuela, o mi madrina, a las que adoraba? Ni lo sé ni me importa. Lo que si sé es que ella estuvo allí, cuando la necesitaba. Que su recuerdo, sus enseñanzas, son tan importantes para mi, que son las que elijo para poder llevar adelante mi vida, de la mejor manera posible. Que es a la que encomiendo mis hijos y mi marido. Que, en definitiva, es mi Ángel de la Guarda. 

Guardo de aquellos días un cuadernito, donde iba apuntando lo que me pasaba cada día. Quería acordarme de todo y de todos los que me acompañaron. El cuadernito empieza con las siguientes palabras:

“Sole con solo mirarme me cura. Yo hablo y reprocho. Grito mis miedos a Dios, a Cristo y a Sole. Ellos los recogen y me sostienen. Me salvan. Perdón, perdón, perdón. Gracias, gracias, gracias”.

CGLG

Estamos alegres

Siempre me llamó la atención, la delicadeza y la visión sobrenatural de Sole; tenía una referencia permanente a Dios hecha con total naturalidad, sin darle importancia.
Me enteré de su enfermedad a lo largo de 2006, -no puedo precisar fecha- y me impactó mucho, pensando en su familia y en el mal pronóstico de la enfermedad.

Cuando en Navidad de 2006 les envié una felicitación me respondieron -Sole y Paul- con un tarjetón que me impresionó tanto que lo he guardado durante diez años, pues estaba seguro de que serviría para reflejar, de una manera muy sencilla, la santidad de una persona; era consciente de que, lo que allí se decía, era una aceptación profundamente sobrenatural de la voluntad de Dios.

LFG

El texto decía:

Navidad 2006

El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. En este año tan especial, de gracia para nosotros, toda esta familia quiere agradecerte tu oración, tu cariño, y felicitarte la Navidad.
Nos encantaría que vinieras un día a comer.
Se lo encargo a Paul.

Un abrazo fuerte,

Sole

FAVORES:

El bebé nació sano y feliz

Quisiera comunicar lo que considero favor recibido.
Estando embarazada una conocida nos cuenta que en una ecografía le detectan malformación con pronóstico de evolución poco favorable. Le practican biopsia y le envían al genetista con pocas expectativas de que el embarazo llegue a término.
Llegué a casa y delante de la foto de la Virgen Mater Salvatoris recé la oración de la estampa de Sole pidiendo porque se hiciera la voluntad de Dios, pero que ese niño naciera. (Le recomendaban interrumpir embarazo…)
Hoy me ha llamado esta chica diciendo que parece que los resultados son correctos, que no parece que haya malformación. ¡No me lo podía creer! Pienso que esto ha sido una gracia por mediación de Sole. Le he mandado la estampa para que ella también le rece.
Todavía le tienen que comunicar más resultados, pero parece que todo va por buen camino. Gracias.
Lo escribo por si resulta de interés, yo creo que sí.
Saludos,

Correo 27 de octubre de 2019
Solo quería confirmar que el bebé nació sano y en perfecto estado de salud. Creo que ha sido un favor de Sole
Saludos,

BG

Necesitaba volver a trabajar

En abril de 2017 pedí un favor a Soledad Pérez de Ayala Becerril. Uno de mis hijos dejó el trabajo de alta dirección de empresa y necesitaba volver a trabajar en un puesto similar. Se me concedió lo que pedí con tanto fervor a Soledad en el mes de septiembre de 2017.

EC

Le estamos muy agradecidos

18 de marzo de 2019. Mi mujer AS está embarazada de dos meses y medio, hace un mes estuvo sangrando bastante durante varios días y fuimos a urgencias dos veces.
Un día decidí rezar a Sole para que todo se solucionara. A los tres días fuimos a la revisión del ginecólogo y mi mujer pensaba que habíamos perdido al bebé.
Todo lo contrario, nos dijo que estaba perfectamente, y dejó de sangrar.
Le estamos muy agradecidos.
Finalmente, nuestro hijo JHS nació el 5 de octubre de 2019

CH

Cómo colaborar

Quienes deseen enviar donativos pueden hacerlo a la cuenta:

ES93 0128 3865 2101 0000 5571

(“Causa Soledad Pérez de Ayala”)